sábado, 13 de octubre de 2012

Novela capitulo 2.


                     Capitulo 2 : La vuelta.
Esa mañana cuando, empezaban ha ordenar las valijas a guardar todos los bellos momentos que habían pasados, todas las ropas desgastadas, y otras con arena, donde regresábamos a todo a la valija para que regresaran al lugar que pertenecían, el día los acompañaba ya que el sol brillaba como a luna le gustaba, antes de irse a la terminal fueron a la playa a sacarse unas ultimas fotos,  a mirar el mar por ultima vez en ese año, la madre y Cristian fueron a revisar que todo estuviera en orden en la casa, mientras que luna se quedo mirando al mar, como si le debiera una explicación como si algo faltase decir, pero el tiempo se acababa, y ya era hora de partir hacia el destino, cuando llegamos a la terminal, y había miles de colectivos que  robaban mi atención, en particular el mío tenia una patente, que me hacia recordar a aquellas épocas, donde nos íbamos de vacaciones a una casa mas en el centro rodeados de vecinos amables,  esa época cuando mi padre estaba con nosotros, y me cantaba esas canciones que cantaba en los barcos cuando salía en sus viajes,  recuerdo que me llevaba a pasear en un viejo barco que tenia el, pero luego nos habíamos comprado aquella casa, mas cerca al mar, entonces sus viajes eran cada vez mas largos y mas seguidos, y el que estaba haciendo ahora era el mas largo. Luna se había distraído mucho  recordando tanto que ya casi su familia estaba apunto de subir, pero se había quedado sola atrás, entonces apuro su paso por alguien la sostuvo del brazo, al principio sintió miedo pero luego pudo mirar ha su izquierda y ahí estaba, un muchacho rubio de ojos claros, con una sonrisa  que ella no pudo resistirse, el muchacho con un asentó medio a extranjero le pregunto sobre un micro, ella le respondió que la acompañara que iban ha ir en el mismo micro y de echo fue así. Luna al entrar al micro no pudo dejar de sorprenderse por lo grande que era, y lo cómodo que se veían los asientos, estucos perdida un buen rato hasta que pudo encontrar el numero de su asiento, al ser tres lamentablemente no podían ir juntos,  a si que su madre y Cristian le había tocado unos asientos detrás de ella, pero no se iba a sentar sola, ya que su acompañante, sin mas ni menos casualidades era aquel muchacho que había conocido afuera del micro. El micro estuvo detenido un buen rato, mientras que Luna estaba perdida en los ojos de aquel muchacho eran celestes como el mar y no podía dejar de mirarlos, el se dio cuenta, al mirar un par de veces de reojo, entonces le pregunto cual era su nombre, ella le contesto, con un tono de timidez pero a la misma vez, seguridad diciéndole  Luna, y ella le pregunto el de el, el muchacho respondió que se llamaba Jhonnatan, un silencio irrumpió en aquella conversación dejándolo a los dos mirando para lados distintos. el micro ya comenzaba a moverse, mientras que miraba  como el mar iba quedando atrás pero siempre acompañado de un muro, grande para que si hubiera crecida no inundara las calles, al pasar por un almacén le vino a la mente, cuando caminaba por su padre por aquellos lugares, y la hacia caminar por aquel muro, tomada de la mano para que no se cayera. Todo el amor que luna sentía por el mar se lo habia trasmitido el padre, era difícil que ella se casase de verlo y de contemplarlo. Su madre, también se veía que se acordaba de algunas cosas ya que sus ojos se veían llorosos cada vez que el micro se adentraba en paisajes conocidos para la familia. Los viajes de vuelta siempre eran eternos según pensaba Luna, por esa razón ella siempre se aburría y se dormía todo el viaje, pero esta vez no podía dormir, quizás por la presencia de jhonny o por que sentía de que algo se perdía, aunque ya habían pasado varias paradas, y no faltaba demasiado para llegar ha destino.
Ya solo faltaba una parada  para llegar a su ciudad, pero no tenia noción del tiempo, pero tampoco quería preguntar, recordó entonces el reloj que había encontrado en la playa, miro la hora pero le pareció extraño, no marcaba una hora exacta si no que tenia muchas agujas que marcaban distintos números, Jhonnatan en un descuido miro hacia el lado de Luna, y vio el supuesto reloj, y no dudo en entrometerse y en explicarle, que aquello era un reloj, si no que era un artilugio que usaban marineros expertos para sacar distintas conclusiones, muchas veces era usado para encontrar tesoros, a ella le pareció razonable ya que la nota que se hallaba detrás concordaba con exactitud, con la explicación que había dado el chico. Era ante ultima parada, en la otra deberían bajarse ellos, algo le llamo la atención a Luna ya que al mirar por la ventana había un  hombre un tanto alto, con un sombrero que no le dejaba ver los ojos ni el pelo y un camperon que no dejaba verle la cara, pero  parecía como si mirara fijo hacia el lugar donde se encontraba ella, sintió un movimiento brusco, Jhonnatan se había levantado y bajado del micro como si aquel hombre lo hubiera llamado. Siguió mirando por la ventana hasta ver que se cruzaron los dos, y se hablaban como si conocieran, pudo reconocer que Jhonnatan le daba un objeto, aquel objeto pudo descifrar  ni mas ni menos que era su reloj, o lo que fuese, entonces se preguntaba por que razón, le había robado aquel objeto, y con que propósito, el micro volvió en funcionamiento, y acelero como si estuviese desesperado por llegar al fin del recorrido. La madre mando a Cristian, a  adelante con su hermana ya que este, se estaba poniendo un poco tenso por el aburrimiento,  Luna se había quedado pensando demasiado, ya era de noche pero el micro ya amenazaba con detenerse, y sin mas que eso se detuvo, por fin habían llegado a su ciudad, después del largo viaje que habían tenido, al fin llegaron. Esperaron  a bajar, ya que había mucha agente apresurada y emocionada por bajar, ellos bajaron últimos, al bajar se encontraron con la grata sorpresa de que los habían venido a recibir sus tíos y abuelos, volvían a verse la cara después de tanto tiempo. Un hombre ya un tanto mayor fue a recibir sus valijas y a llevarlas al remis que los llevaría a la casa, y mientras volvíamos a casa, y los paisajes rutinarios se volvían a divisar, el balijero nos contaba que su trabajo en realidad era repartidor de cartas.

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